18 oct 2009




No tienes idea de lo cuanto me enferman tus reproches, que sigas pensando que eres el ombligo de mi mundo, que te ufanes de ello y lo prediques a los demás en forma de lástima. Y la verdad me vale lo que los demás piensen cuando les contagias toda tu lástima mientras te infectas con tu orgullo, no anunciado pero si sobrentendido. Lo que me dolió más que la difamación moral fue la mentira, pues querido, lo que a mí contestabas nunca fue movido por pena ajena y muy por el contrario diría que fui plenamente correspondida, bueno tal vez no tan perfectamente, pero si correspondida, y los sentimientos bien fundados. ¿Tan tonta me creyeron?, simplemente el corazón no ama de a gratis, no quiero decir que pida paga, pero sí que siempre ama por algo y no por nada, aunque muchas veces no sepamos ni que es ese algo.
Por ese lado no fui tonta, a lo mejor si lo fui al creerte, al confiar en aquel juego ilegal, del cual salimos quemados, y las cenizas más que despojo, ferviente prueba de que tú no eres tan inocente y yo no tan inconsciente, sabía que no tenia nada seguro, que las reglas del juego no son las que rigen la realidad, que si yo las hacia posibles en el sueño, esa ya es otra historia.
Te digo, la respuesta siempre fue más que obvia, ¿no lo crees? pero yo no tenía porque reprocharte algo, entonces ¿porque tu si lo haces conmigo? En esta sociedad a hombres como tú les llaman consentidos y a mujeres como yo zorras, pero me sigue valiendo, porque yo nunca he hecho las cosas por deber o cortesía, las hago por convicción y principios, mis principios.
A pesar del intercambio de palabras, promesas y sueños, la distribución nunca cayo en mis manos, yo todo lo veía en ella. Por cierto ella nunca me detuvo, y a ti tampoco.
Y sí, claro debo admitir que yo no soy perfecta, que base de tus quejas siempre me han causado problemas, que tienes razón en reclamarme que no soy tan atenta como debiera, que soy una grosera, que soy demasiado callada y así puedes condenar mi mente, mi boca y mi silencio al igual que yo puedo condenar tu corazón, tu falta de coraje, tus ojos y también tu silencio. Y si a esas vamos te condeno a la conciencia de tu pasado.
¿No te parece justo? Pues a mi tampoco me ha gustado nunca la sensación de culpa que te encanta dejarme, que nunca escuches mis razones, que no tengas una mente tan abierta y perseverante. Odio tu mediocridad, y la manera en que siempre logras dejarme, como quien tuvo todo en las manos y por pendeja lo dejo ir, o eso de que yo tuve la culpa para que tu actuaras de tal manera, odio que lo hagas tan real. Pero amiguito, lo rechazo, y por ser mentira no le debería de dar importancia, por que es lo que siempre hago, ignoro y todo se me resbala. Pero se trata de ti, y te aprecio, te quiero. Eres de esas personas de las que ves y sabes que valen la pena, y muchas veces por lo mismo se miente, se miente a quien se quiere, y se mata a quien se ama, como bien lo expresa Rosario Castellanos.
Y por este amor inventado podría como Manuel Acuña suicidarme en sacrificio para que nunca se convierta en amor real. Tú nunca comprenderías de quien diablos estoy hablando, nunca te interesó, porque habrían de hacerlo estas palabras golpeadas.
Cariño disculpa mis contadas groserías, la verdad soy una mal hablada, hay palabras que cobran cierta fuerza en cierto orden y no me da miedo decirlas. Porque eso sí seré una zorra pero no de cualquiera. Y no me da pena escribir esto porque sabes, la profesora Leyva en alguna clase me comento que el poeta escribe con malicia, ja y tiene razón porque escribe sin consideración pues es lo que siente aunque estas líneas no sean dignas de un trabajo literario, sin embargo no son escritas con menos alma y rabia con la que lo hace el poeta. Y no pretendo ser poeta ni usarte como mi musa, simplemente pretendo dejarte lo que tanto calle, o sea que leas lo que soy palabra por palabra, ni una más ni una menos, heme aquí, lee lo que soy, léeme ahora que soy palabra, léeme en voz alta y compréndeme, léeme entre líneas, cada sarcasmo y cada ironía, pues es la única manera en que sabrás que te digo cariño porque no quiero decir tu nombre, tendrías tú más que perder que yo.
Y también sobrentenderás que no te puedes confiar de mis palabras, de alguien que disfruta de escribir para encausar sus ansias en algo sano, dentro de lo que cabe, no puedes confiar en mi, pues esto es para ti para ti invento de las ganas de crear una historia.